La presencia de los profesos sanjuanistas que nos legaron obra escrita de carácter creativo o de naturaleza literaria pura en las letras españolas es más significativa. Nos salen aquí al paso los nombres de frey Lope de Vega y frey don Juan Bautista Diamante; de frey don Alonso Contreras y frey don Hipólito Sans.
Para la Orden militar de san Juan frey Lope de Vega representa, sin duda, lo que frey don Pedro Calderón de la Barca y frey don Juan Martínez de Jáuregui representan para las de Santiago y Calatrava, respectivamente: Un timbre de honor literario.
Aunque, como dijimos arriba, en el caso del Fénix, su incorporación a aquella milicia tenga algo de anecdótico. En efecto, Lope de Vega recibe la merced del hábito sanjuanista en 1627, cuando, manteniéndose en la cumbre de su popularidad como escritor reconocido, cuenta sesenta y cinco años y vive ordenado de sacerdote. En la concesión de gracia tan preciosa y, en silencio, ansiada —Lope, aunque no lo declarase siempre abiertamente, se tenía por hidalgo de solar conocido, como descendiente de montañés santanderino, tuvieron mucho que ver las relaciones que había trabado con el séquito del legado pontificio Francesco Barberini, cuando este estuvo en Madrid en 1626. Formando parte de ese séquito figuraba Giulio Rospigliosi, a quien, por ser un apasionado del teatro, conoció Lope y por quien pudo poner éste en las manos del Papa Urbano VIII su poema Corona trágica a la serenísima reina de Escocia María Estuarda, que, publicado en Madrid en 1627, llevaba una expresiva dedicatoria a dicho pontífice. Poco después, Urbano VIII concedía al poeta, mediante, un breve, el título de doctor en Teología por el Collegium Sapientiae y la merced de un hábito de la Orden militar de san Juan. Colmaba Lope con esta merced su vanidad, y, en carta al duque de Sessa no daba crédito a ella.
Poco tiempo después de que se representase en los teatros El [labrador de] Aldehuela componía La pérdida honrosa y caballeros de san Juan, segunda y última comedia relacionada con la Orden hospitalaria que escribió el Fénix. Inédita hasta 1901, está inspirada en un suceso del reinado de Carlos V: El cerco memorable de la isla de Rodas, el más importante enclave sanjuanista en el Mediterráneo, por los turcos en 1522. Dicho penoso cerco terminó con la rendición del Gran Maestre Villiers de l’Isle-Adam a Solimán el Magnífico, tras cinco meses de «honrosa» defensa de los caballeros de san Juan, entre los que brillaron los de la lengua de España, una de las ocho de aquella milicia concurrentes a tal acción.
El tributo del Halcón Maltés lo impuso el Emperador Carlos V a la Orden de Malta a cambio de la cesión de la soberanía de la Isla de Malta. Por ello, dicha orden debía entregar anualmente un halcón entrenado para la cetrería al reino de España.