La parroquia de San Eugenio I Papa fue creada en 1945 por un decreto del obispo Dr. Gregorio Modrego, aprovechando la capilla del Hospital de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Esta capilla había sido construida entre 1880 y 1883 por el arquitecto Jeroni Granell, siguiendo la moda historicista de la época (en este caso, se usó el estilo neorrománico como en la Universidad y en el Seminario de Barcelona), gracias al mecenazgo de la señora Dorotea de Chopitea, viuda del señor José M. Serra Muñoz. En 1909, durante la Semana Trágica, y en 1936, en la Guerra Civil, la iglesia de l ́Hospital no se dañó.
La nueva parroquia fue dedicada a San Eugenio, papa del siglo VII, ya que era el nombre de bautizo del papa Pius XII (Eugeni Pacelli), entonces reinante.
Una vez instaurada, la parroquia no comenzó a funcionar hasta 1947. N ́han sido rectores: Mn. Llorenç Castells; Mn. Josep Oriol Roig, desde 1949; Mn. Angel Martínez, desde 1971 y Mn. Rossend Ametller, desde 1991. Entre 1994 y 1995 fue administrador parroquial Mn. Xavier Orpinell, por enfermedad del rector.
En 1984 se realizaron obras de ampliación. En 1995 se agenció el presbiterio y el obispo Dr. Jaume Traserra consagró su nuevo altar.
Fuente de información: Arzobispado de Barcelona
¿Quién fue Eugenio I, Papa?
Eugeni I fue elegido el 10 de agosto del 654 y murió en Roma el 2 de junio de 657. El 18 de junio del año anterior, 653, el papa St. Martí I fue obligado a abandonar Roma y retenido en el exilio donde murió (septiembre 655) por no someterse a los dictados de Bizancio en el asunto del Monotelismo. Lo que pasó en Roma después de su partida no es bien conocido. Durante un tiempo la iglesia fue dirigida a la manera usual cuando la Santa Sede estaba vacante, o el ocupante ausente, es decir, por el arcipreste, la archidiaca y el primero de los notarios. Pero alrededor de un año y dos meses se puso a Eugeni como sucesor de Martín I (10 de agosto del 654).
Era romano del primer distrito eclesiástico de la ciudad, hijo de Rufiniano. Había pertenecido al clero desde muy joven. Su biógrafo dice que se distinguía por su gentileza, santidad y generosidad. En cuanto a las circunstancias de su elección sólo se puede decir que fue puesto a la fuerza en la Silla de Pedro por el poder imperial, esperando que acatara su imperial voluntad, pero en eso se equivocaron. Y aunque fue elegido contra la voluntad del Papa reinante, el Papa Martín aprobó después la elección (Ep. Martini XVII in PL, LXXXVII).
Uno de los primeros actos del nuevo Papa consistió en enviar legados a Constantinopla con cartas por el emperador Constante II, informando de su elección y presentando una profesión de su fe. Pero los legados se dejaron engañar o quizá se pasaron al otro bando y volvieron con una carta sinodal de Pedro, nuevo patriarca de Constantinopla (656-666), mientras que el librante imperial que los acompañó llevó donaciones por San Pedro y una petición del emperador para que el Papa entrara en la comunión del patriarca de Constantinopla. La carta de Pedro resultó escrita en un estilo oscuro evitando hacer ninguna declaración específica en cuanto al número de «voluntades u operaciones» en Cristo. Cuando el contenido se comunicó al clero y al pueblo en la iglesia de Santa María la Mayor, no sólo se opusieron a la carta, indignados, sino que no permitieron al Papa abandonar la basílica hasta que prometió que no la aceptaría en ninguna circunstancia (656). Los delegados bizantinos se enfurecieron de tal manera por este rechazo de la voluntad de su emperador y de su patriarca que amenazaron, con frases muy duras, que cuando la situación política lo permitiera, rozarían a Eugeni y a todos los que habían hablado en su favor en Roma así como habían roto al papa Martín I (disp. inter S. Maxim. et Théoden. in PL, CXXXIX, 654).
Eugeni se libró del mismo destino de su predecesor por el avance de los musulmanes que tomaron Rodas en el 654 y derrotaron a Constant en la batalla naval de Fénix (655).
Casi con toda certeza fue este Papa el que recibió a S. Wilfred con ocasión de su visita a Roma (c.654) a la que llegó deseoso de conocer «los ritos eclesiásticos y monásticos en uso allí». En Roma se ganó el afecto de la ardiaca Bonifaci, un consejero apostólico, que le presentó al Papa. Eugeni «puso su bendita mano sobre la cabeza del joven sirviente de Dios, rezó por él y lo bendijo» (Beda, Hist. Eccles., V, 19; Eddius, In vit. Wilf., C. v). Nada más se conoce de Eugenio excepto que consagró a 21 obispos para diferentes partes del mundo y que fue enterrado en San Pedro. En el Martirologio romano está entre los santos del día.
Fuente de información: Enciclopedia Católica